Hay una escena en el remake de SUSPIRIA cuya corta duración e insignificancia argumental redobla paradójicamente su efecto. El profesor Klemperer, psicoanalista, sale de su casa de Berlin y se cruza con un vecino que le avisa de una conferencia. "¿Y quién es el conferencista?" pregunta Klemperer. "Lacan", le responden. "Oh, Lacan", repite el profesor mientras se aleja y allí la escena se acaba.
Es fabulosa la escena porque Lacan no está allí casualmente. Lacan adoraba la palabra "suspiro", a tal punto que la transformó hasta darle volumen psicoanalítico. Lacan, además, pensaba organizando tríadas --como aquella que encadena lo real, lo imaginario y lo simbólico. SUSPIRIA, reflejando tal tendencia, se alza calculadamente sobre el número 3.
3 son las madres que reinan en los aquelarres por siglos: la madre de las tinieblas, la madre de las lágrimas y la madre de los suspiros.
3 son los personajes que interpreta Tilda Swinton: Klemperer, Madre Markos y Madame Blanc.
3 son los sistemas políticos que se engarzan en el contexto histórico de la película: la democracia liberal, el fascismo y el comunismo.
3 son los idiomas que los personajes hablan: inglés, francés y alemán.
3 parecen ser las fuentes que originan la película: la versión original que filmó en los 70s Darío Argento (que a su vez es parte de una trilogía), el psicoanalisis de Freud (uno de cuyos pilares es la triada del subconsciente, el ego y el superego) y el marco temporal definido por Bifo Berardi (SUSPIRIA ocurre en 1977, el año que Berardi señala como el principio histórico del neoliberalismo).
3, finalmente, son las visiones conceptuales de la danza: la danza como hecho estético cuyo fin es la belleza, la danza como disciplina existencial que educa en el sufrimiento y la danza como orgía en que se enlazan el erotismo, la crueldad y la muerte.
La película no en vano termina con la aparición de un 3 benéfico, el 3 de un deseo histórico finalmente consumado: el Berlin de oriente y el Berlin de occidente se disuelven en el Berlin de hoy en día, un Berlin 3 ya sin muro...
Ahora bien, siguiendo un poco a Zizek en su interpretación freudiana de PSYCHO, la mansión de SUSPIRIA tiene tres zonas geográficas definidas según la estructura mental planteada por el psicoanálisis: un sótano que equivale al subconsciente, con todos sus monstruos ocultos; un primer piso que equivale al ego y es teatro del ser público; y un segundo piso que representa al superego como espacio de la aspiración y el suspiro.
Lo interesante de este detalle es la forma en que el universo clandestino del sótano permea los otros dos. Lo hace principalmente a través de los sueños, pero también con los restos indeseables del lenguaje --el gruñido, el balbuceo, el tartamudeo, el grito contenido o sordo--corroborando, metafóricamente, la teoría freudiana del lapsus y el concepto lacaniano de "lalangue".
Más interesante aun es lo que ocurre con la danza. En el primer piso, la danza es fenómeno público y consciente, con una misión aparentemente estética; pero en el sótano, es más bien contorsión, deformación brutal que deja los cuerpos sin afuera y sin adentro, casi como una cinta de Möbius. La topología del sótano o del subconsciente es otra. Tiene matriz lacaniana. Porque el estilo lacaniano de escritura, como esa danza oscura que aspira a liberar sus monstruos, es un estilo basado en la contorsión del lenguaje. ¿Cuántos neologismos habrá inventado Lacan, torciendo, estirando, contrayendo, fundiendo, palabras cuyo alcance semántico no correspondía a su pensamiento? ¿No remeda su estilo las contorsiones linguísticas del subconsciente, que juega con los fonemas, los morfemas, las palabras, como un niño que construye estructuras aparentemente caprichosas con sus ladrillos de Lego?
"Oh, Lacan", repite el profesor Klemperer mientras se aleja, dejando tras de sí la estela prolongada de un suspiro. El suspiro psicoanalítico de SUSPIRIA...
Marco Escalante
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